Cuando caminamos por una playa vamos dejando huella a nuestro paso en la arena. Esa huella, momentáneamente ha creado una impresión sobre la arena, sobre el paisaje, pero esta huella es superficial, puesto que en cuestión de segundos el oleaje bañará la orilla y limpiará, en un abrir y cerrar de ojos, la superficie, eliminando el rastro que habíamos dejado. Constantemente la naturaleza nos dice que nuestra huella, nuestra impresión, puede ser más o menos duradera, puede ser más o menos grande, pero finalmente el tiempo y la acción natural del entorno terminará por borrarla para siempre.
De hecho, la palabra Impronta, que tiene el mismo origen que imprimir (y por ende de impresión), significa “tomar en préstamo”. Cuando dejamos una huella por impresión hemos tomado prestado algo de alguien, algo del paisaje, algo que no nos pertenece y que por tanto es volátil.